jueves, 30 de octubre de 2008

EL CASO DE MARIETA

A continuación presentaremos el caso de una adolescente diagnosticada con anorexia, que fue atendida en CeSeCo Centro, a quien se le ha modificado el nombre para salvaguardar su identidad: la paciente a quien a partir de ahora nos referiremos como Marieta.
Nombre: Marieta.
Edad: 16 años.
Ocupación: Estudiante.
Estado Civil: Soltera.
Motivo de Consulta: Depresión y Anorexia, solicitado por la madre.
Marieta llega a la entrevista acompañada de su madre, esta última haciendo mención que acuden por recomendación de una nutrióloga que la había diagnosticado como anoréxica. Cabe mencionar que Marieta llega vestida con un pantalón, una playera blanca y rosa con la figura de Kitty, aretes, reloj, pulseras, tenis rosas, un prendedor adherido a las agujetas y un bolso con la figura de Kitty; así como también de una fisionomía bastante delgada cuyo peso era de 40 kg . y una estatura de 1.74 mts., esta información fue otorgada por la madre, se podía ver en ella un cuerpo demasiado delgado, semiesquelético con algunas facciones muy pronunciadas, como los pómulos, codos, manos, muñecas y nudillos.
Durante la entrevista, la madre fue quien estuvo hablando, ya que Marieta se abstuvo de pronunciar palabra alguna, abandonando inclusive la sala de consulta a petición de su tutora, la cual, una vez sin la presencia de su hija, mostró una fotografía de esta paciente a la edad de quince años (poco más de un año antes de la fecha de consulta), en la que se mostraba un tanto robusta, además argumentando que se encontraba en este mismo estado físico dos meses atrás.
Por otra parte, la madre menciona que su hija pasaba por una etapa depresiva, debido a que permanecía por tiempo prolongado en cerrada en su habitación, no salía con amigos a pesar de las invitaciones, cuando tenía que salir a un determinado lugar le pedía a la madre que la acompañara, puesto que tenía miedo de salir sola a la calle, le provocaba mucho temor la gente que vestía como pordiosera (palabras literales de la madre). La tutora pone de manifiesto creer haber sido ella la que produjo estos miedos en su hija, pues sin saber exactamente el motivo de esta idea, siente que así fue.
Ya en sesión con Marieta, menciona que esta ahí porque su mamá y la nutrióloga dicen que es anoréxica, alo cual ella refiere que son comentarios exagerados, ya que ella se siente bien y también menciona que posiblemente tienen un poco de razón, ya que bajo de peso muy rápidamente y esta situación se le salió de control y que de hecho le gustaría saber el por qué del miedo a las personas vestidas como limosneros (según lo refiere ella) y gente del tipo de el ánimo y el patines
[8]; cuando se le cuestiona sobre el motivo del miedo, responde que es un miedo a que le digan “cosas” como “mamacita”, ante la pronunciación de esta última palabra se ríe.
En una siguiente sesión, Marieta comenta haber tenido una pelea con su madre por la cuestión de la comida; dice que su alimentación es de la siguiente manera: por las mañanas fruta o granola, durante la comida algo correspondiente a una o dos terceras partes de lo que le servía de alimento su mamá, omitiendo lo referente a la cena. Dijo que en esa semana acudió con la nutrióloga y le recomendó que realizara ejercicio en un gimnasio donde hubiera más gente, con el fin de hacer esta actividad como algo rutinario y no como una obsesión por bajar de peso, algo a lo que ella hizo caso omiso, pues argumentaba que no tenía necesidad de acudir al gimnasio, ya que el ejercicio podía hacerse en su casa y aparte le había funcionado, puesto que había bajado de peso, lo cual era su objetivo; y también había otra razón por lo cual no lo hacía: que era la del miedo a salir. Al preguntarle a qué era este miedo responde que a que la rapten y la lleven a una casa sucia y que la dejen ahí sola, “como los secuestros que salen en la televisión”, al cuestionarle por qué habrían de raptarla, dice que no lo sabe, que tal vez porque se les pudo hacer bonita y debido a eso la lleguen hasta a violar, se le pregunta al respecto y dice que no sabe por qué se le ocurrió, ni de dónde lo sacó, que a lo mejor este es su miedo de salir a la calle y no lo sabía. Posteriormente se ingada en ella sobre el origen de este miedo y comenta que a lo mejor de lo que una vez llegó a escuchar a la edad de 9 años, cuando una señora de una tienda platicaba con otra y le preguntaba si había escuchado de la niña que habían violado, a lo que la otra señora respondió que sí, pero que eso le había pasado por haber salido sola a la calle.
Sesiones después, ella llega diciendo que había vuelto a discutir con la madre, otra vez por la cuestión de la comida y que también le había reclamado el hecho de que casi inmediatamente después de la comida se ponía a hacer ejercicio, esta discusión fue escuchada por el padre y como castigo de no haberse terminado la comida, este último escondió el aparato para hacer ejercicio (aparato a base de dos pedales y dos tubos para ejercitar piernas y brazos); momentos posteriores el tutor sube a hablar con ella en su habitación, pero Marieta se queja de que hablar con su papá es imposible , pues, según refiere ella, él no escucha razones y sólo le queda el “agachar la cabeza” y decir que “sí” a todo lo que él dice, e inclusive ella es la que siempre termina pidiendo disculpas. Comenta que hay muchas cosas de las que ante ellos (sus padres) prefiere callar para evitar discusiones. Dice que muchas veces ha querido hablar con los dos juntos, pero no se atreve, pues ya sabe lo que le van a decir, de hecho, antes de empezar a hablar con sus padres de cualquier cosa, ella ya sabe lo que le van a decir.
En otra ocasión, menciona que ya está harta de que la lleven con el médico, el psicólogo y el nutriólogo, y que le sigan diciendo que sigue igual, aunque refiere que en este espacio puede expresarse de manera más abierta, pues los otros psicólogos sólo la ponían a hacer actividades para elevar su autoestima. Comenta que ella sabe que sus padres se preocupan por ella y por eso a veces se desesperan, “cuando discuto con mi papá….no es que piense que mi papá es malo, pero su enojo me desespera; me molesta también que mi mamá no me crea, que tenga que mostrarle las cosas por medio de un papel –refiriéndose a estas cosas como la estabilidad en su peso-, pero creo que lo mejor es que sólo le comente las cosas que yo crea conveniente comentarles y si me creen bien y si no también”.
Una vez llega diciendo que fue al cine con sus amigas y que ahí había conocido a un chico que le gustó y estuvo platicando con él, se queda callada y dice que le parece un tanto increíble lo que está diciendo; luego dice que no fue la última vez que salió durante la semana, que también al día siguiente salió con sus amigas al centro y descubrió que ya no le daba miedo salir y que tampoco le daba miedo la gente “indigente”, descubrió que su miedo era como hasta un tanto absurdo, pues ella no era la única “chica” que salía a la calle y corría peligros. También explicó que en ese momento le preocupaba algo, que es el hecho de estar enferma de la tiroides porque había escuchado a unas compañeras de la escuela hablar sobre una prima de una de ellas, diciendo que estaba enferma de la glándula tiroides, al cuestionarle sobre esto refiere que realmente no sabe qué es la tiroides pero que puede relacionársele con la anorexia.
En la siguiente sesión dice que está contenta porque se puso a investigar sobre la glándula tiroides y descubrió que no tiene nada que ver con la anorexia; dice que también estaba contenta por el hecho de haber ido a visitar a la nutrióloga y que le dijo que su peso ya estaba estable y que también se había podido comer una hamburguesa durante esa semana, ella sentía que estaba mejorando mucho, pero que lo único que le disgustó de haberse comido la hamburguesa es que inmediatamente después la mamá le preguntó si se había sentido mal, ella respondió que no y la mamá volvió a preguntar un rato después si de verdad no se había sentido mal, dice que le empezaba a molestar mucho que su mamá este encima de ella, como si fuera una “niña chiquita”, además de que según ella parece que su mamá quisiera que estuviera enferma y que le gustaría más que su tutora estuviera más atenta a su papá y no tanto a ella. Cabe mencionar que en este día se le notaba mejor efectivamente, ya que estaba menos pálida que cuando llegó por primera vez y se veía más expresiva.
Tiempo después llega agradecida con su terapeuta por todo lo que ha hecho por ella, dice nuevamente que ya no tiene miedo de salir a la calle, que ya puede comer lo que ella quiere aunque con cierta moderación, y llega expresando la duda de que no sabe si algún día el terapeuta le va a decir que ya está curada porque todavía siente que le falta algo y no sabe qué es, pues incluso ya su peso está estabilizado, agregando que ella cree que lo que le falta es que sus papás hablen con ella y le digan que ha mejorado y que ya no le estén diciendo que se ve débil y que a cada rato le estén preguntando si se siente mal, pues a fin de cuentas ella se siente bien y que lo que sus papás piensen ya es cosa de ellos.
Posteriormente, en una de las últimas sesiones, Marieta llega diciendo que viene cansada debido a que literalmente en palabras de ella: “me volví a pelear con mi mamá, ya que en su locura me preguntó de qué era lo que yo platicaba con usted, ya que ella no veía ningún cambio. Y le respondí que yo sí sentía los cambios y como prueba está el que ya me mantengo en mi peso, ya puedo comer sin remordimientos, antes mi mente era un nudo y no podía tomar mis propias decisiones y ahora sí, creo que eso es lo que me molesta de mi mamá”.
En la siguiente ocasión Marieta llega quince minutos antes en compañía de su mamá y esta última pide hablar con el terapeuta antes de iniciar la sesión para preguntarle de qué forma estaba interviniendo, ya que había visto cambios en Marieta, entre ellos el que ya había mejorado su peso y ya podía comer bien, pero que también había notado que Marieta ya no la seguía tanto , que le cuestionaba muchas cosas y que ya salía sin pedirle que la acompañara, y esto le hacía sentir que ya no era indispensable para su hija. Ese mismo día Marieta llega diciendo en sesión que se sentía muy confundida porque su mamá le había reclamado el hecho de ya no querer salir con ella, al igual que también le había comentado que se estaba haciendo muy posesiva con sus sesiones en CeSeCo ya que la familia se estaba separando por su culpa, explica: “si yo hubiera sabido que esto iba a pasar no hubiera bajado de peso”, se le cuestiona esta idea y comenta que ella cree que si hubiera bajado de peso de cualquier forma ya que ni siquiera se dio cuenta cuando se le empezó a salir de control (refiriéndose a la anorexia), luego dijo que ella, pese a todo esto sentía como si hubiese crecido o madurado, como si hubiera dado un gran paso, que en pocas palabras se sentía mucho mejor, más libre, aunque ahora no sabe por qué su mamá se preocupa más.
Marieta no regresó más a su terapia sin anunciar la retirada, y aunque mostró y dijo estar mejor, es difícil saber con certeza si realmente existió o continuó esta mejora o si empeoró su situación, agravándose el padecimiento o cambiando de síntoma.

2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Este artículo no tiene referencias, lo escribimos y presentamos un colega y un servidor para un congreso sobre Psicología Hospitalaria en la Universidad Autónoma de Querétaro, faltan las referencias bibliográficas y las notas textuales.